Ayer tuvimos la suerte de
degustar una comida típica chilena a manos del chef Nino Bravo: el curanto.
Es un guiso que,
tradicionalmente, se hace en un hoyo en el suelo, cuyo fondo se cubre con
piedras calientes. Pero, lamentablemente, en el Hostal Arco de Iris no podíamos
hacer el hoyo adecuadamente (aunque con las obras que han hecho, seguro que
algún que otro agujero podíamos aprovechar!) y lo prepararon en la olla. Tras ir al Mercado Central (al
que no he ido aún) a comprar los ingredientes, nuestro cocinero se puso manos a
la obra con el pullmay (otra forma de llamarlo).
Los ingredientes que lleva son… ¡todos!,
ya que este guiso combina mariscos con carnes y patatas. Respecto a los
mariscos, el nuestro llevaba almejas y mejillones, pero nada que ver con los
españoles, porque aquí una almeja tiene el tamaño de la palma de mi mano y un
mejillón puede medir un palmo, vamos, que te comen ellos a ti como te descuides…
De carne, utilizó pollo y longaniza, pero se pueden poner muchas más cosas:
erizo, costillas de cerdo ahumado, hojas de repollo, más mariscos, pescado,…
Y el resultado es éste, pudiéndote
comer el caldo y el resto por separado o mezclarlo todo junto:
La verdad es que es el caldo con
más sabor que he probado en mi vida, y con todos los “tropezones” dentro estaba
buenísimo! Lo único es que hay que comérselo rápido, porque se enfría pronto.
Se dice de esta comida que es muy
buena para la resaca (“caña” en chileno) porque da mucha energía, pero a
nosotros no nos pareció nada cierto: es un guiso tan contundente que tu cuerpo
destina toda su energía a hacer la digestión y te entra como una mezcla entre
modorra y borrachera muy gustosa… (Hay que decir que acompañamos la comida con “otros”
productos típicos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario