Hoy toca contar la historia de cómo aprendí el significado de "quedarse en pana" de forma que nunca más olvidé su significado.
Estaba de turismo por el barrio Yungay con dos amigos y decidimos tomar un taxi. En nuestro camino de vuelta, el taxista se empezó a reir y a decir "me quedé en pana" todo el rato, hasta que el taxi se detuvo. Ahí nos dio la explicación: no es que no tuviera dinero, pero es que se le olvidó ponerle bencina (gasolina) al taxi. Pero no podía acabar ahí, siempre puede pasar algo mejor.
El taxista nos dijo que no nos preocupáramos, que cerca había una bomba (gasolinera), que seguro que llegábamos y luego nos llevaba a nuestro destino. Así que empezamos a avanzar arrancando y apagando el motor, a tirones, hasta que por fin llegamos a una calle con pendiente y empezó a moverse con "normalidad".
Estando en la cuesta abajo, alcanzando velocidad y todo, llegamos a un cruce en el que no teníamos prioridad. Si nos parábamos, ya no ibamos a poder arrancar más, así que empezamos a gritar a los coches que venían que nos dejaran pasar. Pero no nos hicieron caso, así que nos quedamos en el medio del cruce.
Lo de moverse a tirones ya no funcionaba, el taxi ni arrancaba, así que nos bajamos todos a empujar. Y aquí no acaba todo, la calle de bajada a la gasolinera era de sentido único, y no del nuestro por supuesto. Así que tres extranjeros, de los que no presentamos ninguna duda de que no somos chilenos, íbamos empujábamos un taxi en dirección contraria cuando nos encontramos con los Carabineros (la policía) y, por supuesto, nos hicieron parar (irónico en cualquier caso).
El taxista empezó a contarles su historia pero ellos no le hacían ni caso, miraban alternativamente al taxi y a nosotros con cara de no entender nada.
Felizmente, nos dejaron proseguir nuestro viaje, llegamos a la bomba y nos pusimos en marcha de nuevo. El taxista, para demostrar su gratitud nos dijo que no nos iba a cobrar nada (eeehhhhh, obviamente!!!) y nos dio su teléfono por si alguna vez necesitábamos un taxi. No, gracias.